"El tren hacía un ruido especial..."


Hablar con Shirley (o con “Sirley”, porque no le gusta que su nombre lo pronuncien en inglés) es tener la sensación de hacer un viaje al pasado en donde claramente van a desfilar los nombres y lugares de la historia riocoloradense, como en una sucesión de fotografías.
Con una memoria por momentos envidiable, y dueña de una claridad que mucho debe tener que ver con su pasado docente, ella se muestra siempre entusiasmada para compartirnos sus vivencias.
Es que Shirley Tagliabúe de Etulain, es una hija predilecta de la localidad, nacida, criada y aún hoy viviendo en la casa que fuera de sus padres, sobre calle Juan B. Justo, frente a plaza San Martín, y aunque más no sea por eso, resulta la suya una voz autorizada cuando de recuerdos se trata.
Con una conversación pausada y un trato siempre amable, Shirley (o Sirley), nos abrió de par en par las puertas de su casa, toda vez que decidimos molestarla para que nos contara su historia, y nos regalara sus recuerdos. En esa misma casona que alberga muchos de sus momentos más importantes, alegres y de los otros, ella se interesa por nuestras inquietudes ya que según sus propias palabras: “es muy importante conocer la historia”.
Y aunque ella misma no cree todavía el invaluable aporte que ha hecho abriendo su casa, su álbum de fotos y su memoria, nosotros tuvimos la suerte de asomarnos a gran parte de su historia y a través de ella, a la historia del pueblo:

“...Mi mamá se llamaba Justa Lindón, nació en el campo y fue criada por su abuela ya que al nacer ella se murió su mamá, por el parto...fue muy buena y trabajadora, vino a la escuela 14 de Buena Parada...”
“...Mi papá vino de Bernasconi, allí su familia figura entre los primeros pobladores de esa localidad... era tenedor de libros de la Casa Alonso y López...Era socialista, junto a don Emilio Pioppi, Carriquiri, por ejemplo. Mi papá fue Intendente, elegido por el pueblo, en una época en que eso no era muy normal, y tengo una medalla que lo atestigua...”
“...Mis abuelos eran inmigrantes italianos, mi abuela nació en 1871 y con quince años vino a casarse con mi abuelo que era viudo y tenía el doble de edad...
Pienso que mis padres se conocieron acá en este pueblo...se casaron en 1918...”

Mientras el relato de Shirley fluye, comienzan rápidamente a desfilar nombres y actividades que se realizaban en el pueblo, y que otras personas han podido también atestiguar:
“...Mi mamá jugaba al básquet, en el Club Independiente que había formado un equipo de chicas, también jugaba al tenis en el terreno de acá al lado (se refiere al terreno contiguo sobre calle Juan B. Justo)...venían a jugar las chicas de Reig, Sara, Catalina, etc...ellas jugaban al tenis porque era más aristocrático...al básquet mi mamá jugaba con Elida Delssoto y algunas más que no recuerdo muy bien...”
Por lo demás quienes la conocen saben que siempre y cuando pudo, su vida estuvo vinculada a actividades sociales y culturales como la Biblioteca Popular, el Coro (que ella recuerda con mucho cariño), la Iglesia, y hasta supo incursionar en teatro “...me hubiera encantado ser artista...todo eso me gustaba mucho...yo siempre actuaba o ayudaba a preparar los actos de la escuela, se les llamaba veladas y se hacían en el viejo Cine Capitol...”
Y estas actividades las realiza desde siempre:
“...Los bailes se hacían generalmente en la Sociedad Española, en el salón donde está hoy mismo el Teatro La Barda...a veces también creo que se hacían en el salón del Club Independiente... en el verano generalmente se hacía al aire libre...”
“...Todavía me acuerdo que cuando se hacían bailes, nosotras íbamos temprano con otras chicas y cortábamos pedacitos de vela mezclados con talco para encerar el piso que era de madera, después cuando la gente bailaba se iba encerando...”
Resulta también muy curioso conocer algunos detalles de las costumbres del pueblo a través de los relatos de su infancia:
“...Las columnas de la luz estaban en la intersección de las calles, eran de hierro. Nosotros jugábamos en la esquina de Sarmiento e Irigoyen, donde vivían las chicas de López, Chicha y la hermana, la familia Aznarez, Titi Quintanilla, Coca Tuero y algunas más... y la primera que llegaba con un ladrillo golpeaba la columna y avisaba a las demás, ese era el punto de reunión... después jugábamos al patrón de la vereda, a saltar la soga, la escondida...”

“...Muchas de las chicas de acá nos fuimos a hacer nuestros estudios afuera, en Bahía o en Buenos Aires..., en el verano volvíamos al pueblo, el que viajó en tren sabe que cuando se llegaba a Río Colorado, en el puente ferroviario sobre el río, el tren hacía un ruido especial...todavía me acuerdo de ese sonido y la alegría que nos daba saber que habíamos llegado...era una sensación hermosa...”
Cada vez que uno visita a Shirley (o Sirley) puede descubrir que ella siempre tiene una nueva anécdota que contar, que fluye con su voz pausada y amable, que no alcanza a hacer eco en la vieja y a la vez hermosa casa que fuera de sus padres. Entre esas anécdotas también se hizo tiempo para relatarnos su propia historia de amor con quien fuera su marido, Rubén Etulain.
Pero esa, claro está, ya es otra historia...


Fragmentos de sucesivas entrevistas realizadas por Rosa Palacios y Diego Zurueta, entre los años 2007 y 2008, en el marco del proyecto de Rescate y Preservación del Patrimonio Local, del Instituto de Nivel Superior de Río Colorado.

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